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viernes, 25 de noviembre de 2011

Flor de loto


Mujer ¿qué has hecho?

¡Los dioses te han ignorado y los hombres utilizado!

Fue el primer emperador de la dinastía Tang quien construyó un escenario en forma de loto, para que en él bailase una de sus concubinas, pidiéndola que se vendase los pies para que quedasen lo más delgados posible, semejantes a un loto, y la danza se asemejaba a esta flor acariciada por el viento.

De los palacios pasó a la nobleza y a las prostitutas para satisfacer a sus clientes; después la clase media. Los muy pobres no podían permitirse tener una mujer que no trabajase y sólo en ocasiones podían hacerlo.

Comenzaba la preparación con los primeros zapatitos que usaba la pequeña. Cada par de zapatos era más pequeño que el anterior. A la edad de cuatro o cinco años, cuando los huesos del pie estaban fortalecidos y las niñas podían andar, se preparaba un balde con hierbas y agua muy caliente; la madre o la abuela, normalmente, realizaban el vendado.

Primero los pies eran masajeados durante mucho tiempo. Después... los cuatro dedos más pequeños doblados completamente hacia el talón se vendaban muy fuerte y ese apósito era cosido y la niña obligada a andar.

Cada dos o tres días se lavaban de nuevo y se apretaban más fuerte. En una segunda fase, los dedos eran rotos. El dedo gordo no se tocaba: se necesitaba para tener un equilibrio.

Esta operación se llevaba en fases durante más o menos diez años. Entre el talón y los dedos rotos se ponía una rama de bambú, para que el empeine quedase muy alto.

También los lados del pie eran oprimidos al máximo para que éste tomase la forma de una flauta. A veces el dedo meñique se desprendía y se caía.

La mujer tenía un valor determinado, dependiendo de la forma de los pies; estos así tratados eran llamados “lotos dorados”. Había varias clases de lotos dependiendo del tamaño; los más perfectos eran  los “lotos de oro”: siete centímetros de largo (como una cajetilla de tabaco), idénticos ambos (algo muy difícil de conseguir, ya sabéis que en nuestros cuerpos hay una diferencia, siempre una parte algo distinta a la otra y por supuesto, también un pie más pequeño que el otro); pues bien, tenían que ser idénticos, de piel muy lisa y suave y un olor fragante. Esto era muy difícil de conseguir, siempre tenían ampollas, heridas y un olor acre en los pies, que eran curados sobre todo con alumbre (una roca semitransparente que tiene ciertas características especiales: cierra los poros, se puede utilizar como antitranspirador para evitar el sudor y también cierra las pequeñas heridas).

Después estaban los “lotos de plata” y los “lotos de hierro”.

Como podréis daros cuenta por las imágenes, los pies parecían un muñón al final de la pierna. Estas mujeres nunca, nunca dejaban ver sus pies, eran lo más íntimo que tenían.



Dormían con zapatillas hechas de seda y bordadas con motivos característicos de las estaciones o fiestas.

Una mujer que durante toda su niñez y juventud ha vivido sin poder prácticamente andar, dando una especie de saltitos diminutos, parecidos a los movimientos de los patos (algo que enloquecía a los hombres) y apoyadas en bastones, tenían las piernas totalmente desfiguradas. En realidad de la cintura hacia abajo era una masa informe, de grasa y piel fofa, que terminaba en una especie de garra. Pero los hombres sólo se fijaban en los pies.

El hombre chino pensaba que la sexualidad alargaba la vida, por eso procuraba tener sexo cuantas más veces mejor; disponía de varias concubinas, dependiendo de su fortuna.


 Y os preguntareis, ¿Pero... qué tiene que ver el sexo con los pies? Está clarísimo, amig@s, a los chinos les encantaba que la mujer metiese su pie en el ano del hombre, (lo que no sé es si incluían también el zapato) a la vez que con la boca acariciaba el pene y con las manos los testículos. Os parecerá imposible la posición pero... recordad que estás mujeres no crecían mucho y solían estar entrenadas para dar satisfacción a los varones. Amig@s, la satisfacción femenina no existía.

La infidelidad femenina estaba penada con la muerte, pero no una muerte cualquiera, los métodos más crueles eran los empleados.

¿Y quién tenía más posibilidades de tener varias concubinas? Los ancianos. Por eso una mujer valiente, si podía escapar de las manos del esposo, el cual la buscaba para darla muerte, no podía volver con sus familiares: la matarían por haber violado el honor de la familia. Solía irse al barrio de las prostitutas y allí ejercer esa profesión.

No se sabe por qué esta costumbre duró dos mil años. Desde el 618 d. C. hasta 1.911 que fue prohibida, con la llegada de los comunistas al poder. Parece que por última vez, oficialmente en 1957, se llevó a cabo.

Las primeras noticias que nos llegaron sobre dichas costumbres fueron narradas por Marco Polo.

Las ideas de Confucio fueron determinantes para su mantenimiento. La mujer debía estar en la casa, no salir, no educarse y hacer un trabajo manual.


Primero fue la sexualidad, después el control sobre una persona que apenas podía dar dos pasos fuera del hogar. Las mujeres cultas, no eran deseables.

La llegada de una hija al hogar representaba siempre una tragedia. Cuando la noche avanzaba, sombras se escurrían entre las casas. Mujeres con sus hijas recién nacidas se dirigían al río; allí ponían una gruesa piedra dentro del pañal y las arrojaban a las aguas. A veces, en su desesperación, las madres se sumergían en las frías corrientes junto a sus pequeñas y eran arrastradas hacia el fondo del río.

En verdad, mucho no se ha avanzado en ese aspecto, ahora se hacen ecografías y si el feto es niña suelen abortar. Esto sucede más en las zonas pobres del país.



Hay otra característica de este pueblo; en los colegios les enseñan a los niños que nadie debe meterse en problemas ayudando al prójimo. Por eso, si ocurre un atropello, los conductores salen por pies, dejando al herido sin asistencia. Allí no existe sanidad pública y si alguien lleva a una persona al hospital debe hacerse cargo de todos los gastos.

Esto es algo muy preocupante, pensad que de cada tres personas que habitamos en el planeta, uno es chino. Por fuerza su liderazgo llegará, pero esa falta de moralidad, ese pasar para no involucrarse en problemas, asusta al mundo occidental.

Hasta pronto amig@s.