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viernes, 4 de febrero de 2011

Continuamos con las invasiones.


Antes de empezar he de deciros, que la poesía es jocosa, es tontona, pero me sucedió hace un par de días y me produjo risa y de esa forma me puse a cantar recordándolo y así está escrita. Si la leéis con un poquito de ritmo, sigue tontona pero es más divertido.

Voy a comenzar diciéndoos una burrada: nosotros amig@s, no tenemos pureza de sangre, poseemos una mezcla tremenda (somos hijos de muchas leches). Ya lo he soltado y me he quedado tan fresca, y os lo voy a demostrar. Además, eso es maravilloso, la gente con mezcla suele ser más guapa, mas sana y más tolerante.

En el Calcolítico y la Edad del bronce, se han asentado algunos grupos que utilizan comportamientos territoriales, que actúan sobre territorios más restringidos y de una manera continuada. Se da paso a la proliferación de aldeas.

En este espacio cronológico que es muy amplio, abarca más de dos milenios. Surgen en la Europa atlántica y nórdica, también en la península Ibérica, incluida Portugal, unas construcciones monumentales, a las que se alude con el termino de Megalitismo.

Son monumentos diferentes y seguramente tuvieron también distintas funciones y simbolismos.

La mayoría de ellos tienen una finalidad funeraria, independientemente de otros significados.

En el megalitismo encontramos: henges o círculos, alineamientos, menhires, etc.


Algunas construcciones han llegado hasta nuestros días al descubierto, pero... un buen número de ellas -si no todas- estuvieron cubiertas por túmulos, de tierra o piedras, que escondían dicha arquitectura  a excepción de la entrada.

Estas tumbas se utilizaron para enterramientos múltiples, “colectivos” en el sentido de “sucesivos”.

Pero... a pesar del carácter colectivo de los enterramientos, hay la sospecha cada vez más documentada de que el derecho a ser enterrado en dichas construcciones no era accesible a todos los miembros del grupo, lo que sería un indicio de la existencia de un principio de diferenciación social.

Los encontramos en casi todo el territorio peninsular, quedando excluida la Meseta oriental.

Ya teníamos enterramientos con ajuares, cerámica y también un “arte” megalítico que comprende motivos grabados y pintados, en las cámaras funerarias. También aparecen placas de pizarra, cerámicas simbólicas, ídolos de marfil y hueso, con temas geométricos, antropomorfos y zoomorfos.

A comienzos del siglo anterior, a los seres relacionados con estas construcciones se les consideraba “raza” diferente, hombres grandísimos, gigantes como sus edificaciones.

Pero... los arqueólogos, al ver los restos óseos, suprimieron esa idea, eran normales. Lo anormal, las piedras que utilizaban, su tamaño y peso que requeriría la fuerza bruta de todos los habitantes de esa zona.
Y ya dejamos a estos señores con sus trabajos forzados y descomunales y vamos a ver quienes fueron los grupos que nos invadieron y nos dieron con su mezcla las características especiales que tenemos.

Incluidos en el Bronce Final, llegan a través de los Pirineos, los llamados indoeuropeos, conocidos más bien por sus formas de enterramientos; fue una cultura que los historiadores han denominado Campos de Urnas. En estas urnas, después de incinerar los cadáveres, los restos muy pequeños que quedaban más ciertos adornos que componían el ajuar funerario, eran introducidos en dichas urnas. Lo importante era, nuevas formas de convivencia, el principio de jerarquía y... poblados más extensos.

Por el Sur y ya en los inicios de la Edad del Hierro, se produce la colonización de los Fenicios.

Y de ellos hablaremos el próximo día.



Ahora que el mundo árabe está tratando de sacudirse el yugo de unos gobernantes, que apoyados por los grandes Estados, tratan a los pueblos, como vampiros o sanguijuelas, apoderándose de sus vidas, sus esperanzas, ilusiones, salud y libertad. 

No estaría mal, revisar un poco su acervo cultural. Ya sabéis que su libro más importante es el Corán, relativo a su religión; pero... tienen un rico pasado formado por maravillosas leyendas de las cuales os relataré algunas.


Los tres deseos.

Cierto hombre, muy bien intencionado, se pasó la vida en espera de la noche milagrosa, que a los creyentes, les promete el Libro, esa noche llamada de las Posibilidades de la Omnipotencia, en que el hombre piadoso, ve realizarse sus menores deseos. Cierta noche a últimos del mes de Ramadán, aquel hombre después de haber ayunado estrictamente, todo el día, se sintió alcanzado por las divinas gracias y llamó a su mujer para decirle:

- ¡Escúchame mujer!, esta noche me siento en estado de pureza ante el Todopoderoso. Como sin duda el Retribuidor atenderá todos mis ruegos, te he llamado para consultarte acerca de las peticiones que debo hacer, pues... considero bueno tu consejo y con frecuencia tus opiniones me resultaron útiles. Por tanto, ¡inspírame acerca de los deseos que debo formular!

La esposa respondió: -¿A cuantos deseos tienes derecho?

Él dijo: - A tres.

Ella respondió: - Puedes entonces exponerle a Alá el primero de los tres. Sabes muy bien que la perfección del hombre y sus delicias, residen en su virilidad y que el hombre no puede ser perfecto cuando es casto, eunuco o impotente. En consecuencia cuanto mayor sea el zib (pene) del hombre, mayor será su virilidad y tendrá más posibilidades de seguir la vía de la perfección. Postérnate por tanto, humildemente ante el rostro del Altísimo y di: ¡Oh Bienhechor, oh Generoso, haz que mi zib crezca hasta la magnificencia!

En cuanto hubo formulado este deseo, se sintió atendido en aquél momento y a aquella hora. Al punto, vio aquel santo hombre que el zib se le hinchaba y se ponía magnífico, hasta el punto de que se le habría tomado por un calabacín, entre dos calabazas gordas. Y tan considerable era el peso de todo aquello, que obligaba a su propietario, a sentarse cuando se levantaba y a levantarse cuando se acostaba.

Pero su esposa se aterró al ver aquello, por lo que emprendía la fuga, cada vez que el santo hombre la llamaba para hacer la prueba. Y le decía:

- ¿Cómo voy a prestarme a probar esa herramienta, cuyo solo impulso es capaz es capaz de perforar las rocas de una parte a otra?

Hasta que el pobre hombre exclamó: - ¡Oh execrable mujer!, ¿Qué voy a hacer ahora con esto? ¡Tuya es la culpa maldita!

Ella le respondió: - ¡El nombre de Alá sobre mí y alrededor de mí! ¡Rézale al Profeta, oh anciano de ojos vacíos! ¡Por Alá que yo no tengo necesidad de todo esto, ni tampoco te dije que pidieras tanto! ¡De modo que ruégale al Cielo que lo disminuya un poco! ¡Ése ha de ser tu segundo deseo!

Amig@s, terminaré la narración en la próxima entrada.