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domingo, 20 de noviembre de 2011

Sed de piel


Hace unos días, me encontré con un articulo que hablaba sobre la sexualidad de las personas mayores, sus necesidades y sus carencias. No estaba mal, pero, lo que decía, era en general aplicable a todas las personas, no sólo a un segmento de la sociedad.

Los seres humanos necesitamos un contacto físico y emocional, las relaciones sexuales no tienen porqué terminar cuando se llega a cierta edad.


Bien es cierto que los impedimentos para lograrlo son abundantes. Están por un lado las enfermedades relacionadas con los órganos sexuales; éstas son mucho más acusadas en los hombres que en las mujeres.

Por un lado, tenemos que nuestros hombres no quieren ir al urólogo, mientras no sientan que algo peligroso les sucede.

La norma en nuestra medicina, estima que todos ellos deben ir al especialista a partir de los cincuenta al menos una vez por año; pero no, no es así por una razón: tienen miedo al dolor, y por otro lado, se sienten como violados en su intimidad cuando un médico les mete el dedo por “detrás”, jejejejeje esa es la razón principal.

¿Y cómo funciona en ellos eso de la sexualidad?

Pues... veamos, los hombres son cíclicos, tienen periodos de años específicos. Hasta los cuarenta, cuarenta y cinco, en general les va bien; cuando pasan de los cincuenta, empiezan los fallos, las preocupaciones y las negaciones.

Ellos piensan: ¿qué me pasa? ¿por qué no puedo?, de cara a la galería -que somos sus parejas- el problema está en nosotras, ya no les atraemos.

Después de una etapa de profunda tristeza, al fin se convencen de que su sexualidad no volverá a ser igual. Algunos, los más formados, se ayudan de la famosa “viagra” y sus familias; otros se olvidan del tema, sin pensar si su pareja está de acuerdo o no lo está.

Para los hombres que tienen un concepto equivocado de la religión, ha llegado el momento de la liberación (al fin de cuentas, el acto sexual era una guarrería), y tristemente pero con aplomo se despiden del asunto.

¿Y las mujeres? ¿cómo lo vemos?

Nosotras estamos más acostumbradas a las visitas médicas, por ese lado lo tenemos mejor que ellos. En unas décadas la vida ha cambiado mucho, ya no está tan mal visto que una mujer haya tenido varias experiencias. Si no ha sido así, ¿cómo puede saber una mujer si su satisfacción sexual es mejorable o no?

Hay mujeres que jamás han disfrutado de una relación intima satisfactoria, y cuando el hombre decide que eso ha llegado a su fin, ellas suspiran aliviadas, pues suponía el sexo, una especie de peaje que había que pagar por tener una estabilidad afectiva.

Las mujeres no somos cíclicas como nuestras parejas. La curva de la sexualidad no la tenemos a una edad determinada. Llega, la alcanzamos, cuando encontramos al hombre adecuado que nos hace disfrutar de nuestra propia sexualidad.

Luego están las necesidades afectivas, que hacen nuestra vida más llevadera.

Un abrazo, un beso, una mirada cómplice el roce de una piel con otra piel, el calor y las sensaciones que te trasmite. Eso es algo imprescindible y cuando te falta tienes “sed de piel” la frase no es mía, pero la encuentro preciosa y completa en su definición.


Todos, todos por igual necesitamos ese roce, esa sensación de pertenencia, la sensación de plenitud, de estar acompañados. A veces, no queremos dormir solos, nos aterra esa idea; también depende de la sensibilidad de las personas: cuanto más sensibles son, más faltas de afecto pueden encontrarse y acusarlo de forma muy acentuada.

Hasta pronto amig@s.