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viernes, 1 de octubre de 2010

Continuación de nuestro acervo cultural.



Primero tengo que haceros una confidencia. Un ojo se me ha puesto pachuchillo; estoy en un dilema, en un sin vivir ¿voy al oftalmólogo? ¿O me pongo un parche en el ojo, cada día de un color diferente, haciendo juego con el vestido? ¡¡¡jopé!!! No sé qué hacer; ir a lo princesa de Éboli me mola mucho… ¡qué dilema! Ya que ha salido esta señora, voy a aprovechar para cotillear un poco sobre ella.

Primero una cosa totalmente en serio: si queréis saber de verdad algo, nunca se os ocurra mirar en Internet; hay que buscarlo en varios libros (varios) contrastar las informaciones y de repente ¡zas! Una lucecita, se ha encendido en el cerebro de mis amig@s; les indica, que esa es la verdad.

Esta señora, se casó a los doce años. De hormonas debía andar al 75% de varón por dentro y un 25% de varona por fuera. Eso sí, muy bien distribuidas.

Cuando era una mozuela, obligó a un paje a cruzar unas fintas con las espadas desnudas. En una de estas… se lanzó sobre el paje el cual puso en posición de defensa su arma y sin querer, sin desearlo, le saltó un ojo.

Ella era mucha mujer para preocuparse de nimiedades (del paje nada, parece que quedó en paradero desconocido). Tenéis que saber que en Internet, no están seguros, si perdió un ojo, si era bizca… o qué le pasaba. Pero yo os digo que el ojo se fue al garete, igualito que el paje, que de él nunca más se supo.

Tuvo diez hijos, y antes de quedarse viuda, y antes de tener más, porque ya estaba de tanto mocoso hasta los mismísimos, decidió ingresar en un convento, hacerse monja, al igual que todas sus doncellas… pero…con santa Teresa topó. La habitación era pequeñaja para tanto vestido. Se fue a vivir al jardín, que había una casita que daba a la calle, además salía y entraba. Lo de la vida contemplativa no era su fuerte.

Por fin la palmó el señor marido, lo que aprovechó la dama para irse a la corte (de Felipe II). Allí se encamó con el secretario del rey. Era este secretario un cobardica. Cuando se sintió acorralado, acusó a la dama de ciertos manejos con los extranjeros.

El rey, que era muy religioso, siempre vestido de negro, y parecía que se había tragado un palo, o bien estaba de pie o de rodillas (todo el día), debía ser muy aburrido. Le tiró los tejos a la princesa, pero ella quería elegir sus amantes y el rey no la ponía. Por eso Felipe la tenía enfilada, y cuando salieron esos tejemanejes que la de Éboli se traía entre manos, dijo para él: O mía o de nadie, y la encerró en la casa ducal de Pastrana.

Allí permaneció hasta su muerte.

Cuando murió estaba lloviendo y al pasar su féretro por delante del palacio del rey, este dijo: ¡mal día ha escogido la princesa para hacer su último viaje! Esta frase no admite comentario; pensemos que estaba considerado uno de los hombres más religiosos del país.


Seguimos con Moisés.

Durante cuarenta años vagaron los hijos de Israel por el desierto. Su alimento diario fue el maná que les enviaba Yahvé todos los días. Continuaron las etapas que su Dios les indicó, pero llegaron a un lugar donde no hallaron agua, y ya se puso el motín en marcha.

Otra charleta de Moisés con Yahvé (que estaba hasta las narices de ese pueblo tan pidón, que todo se lo tenía que dar en mano y ellos como polluelos sólo abrían la boca) y tuvo Moisés que dar un golpe con su vara para que surgiese agua para todos. Y después de unos meses le volvió a hablar en la montaña del Sinaí.

Allí le dijo que cuidadito, cuidadito… que él era un Dios celoso, y si hacían otro de oro o de plata o como fuere, les castigaría, hasta la tercera o cuarta generación. Los hijos pagarían las iniquidades de sus padres.

Esto me ha puesto muy malita. Voy a indagar en el seno de mi familia y si hay algo raro intentaré enderezar el entuerto. ¡¡¡Qué mala suerte!!! Siempre intentando hacer el bien y resulta que algún ancestro ha sido un tío malo y nos ha tocado la china. Al infierno de cabeza, ¡ya me veo allí!

Luego le habló de los holocaustos que quería (los animalitos que deseaba le fuesen sacrificados).

Además, tenía que ser en un altar, la piedra lisa pero sin tallar, y el ara no estuviese en un lugar alto (para que no se viesen las interioridades del oferente), todo muy decentito.

Le dio montones de leyes, pero a mogollón, y prohibiciones, otras tantas. Y de todo, el templo, los candelabros, el tabernáculo, no sé si se dejaría algo en el tintero.

Sobre las vestiduras de los sacerdotes, los materiales a emplear para cada cosa…no, no… todo fue dicho.

Pero…con tantos mandatos estuvo tiempo y tiempo. El pueblo insensato, quería ver un Dios. Aaron (que en el fondo era un cobardica) les dijo: arrancad los arillos de oro de las orejas de vuestras mujeres e hijos y traedlos (un poquito brusco Aaron, podían pedirlos, pero… desorejar a la gente, así, a la buena de dios, es de muy brutos).

Toditos todos, se lo llevaron. El bruto este (que había subido al monte con su hermano) ya sabía como se las gastaba Yahvé. Cuando Moisés hablaba con el Creador, este le contestaba, a golpe de truenazos. No eran truenos normales, daban un miedo… sí… Mucho, ya le dijeron… Que no hable más, que nos da terror… ¡jopé!

Y el inconsciente de el hermanísimo hizo un molde (que debía ser macizo, si no pues… Pondría otro en su interior que podía quedar hueco o relleno de bronce), ellos todo lo pusieron de oro, y les salió un becerrillo, tan majo, y el pueblo dijo: ¡hala!… ¡qué bonito!, este es Yahvé, el que nos ha sacado de Egipto (pero tontos, tontos eran. Ya había dicho Yahvé que no quería ser representado de ninguna forma).


Y se enfadó mucho, muchísimo. Los quería exterminar a todos. Menos mal que Moisés, pues le calmó un poco.

 Y bajó de la montaña, con las dos tablas del testimonio, escritas por ambas caras, por el dedo de Dios.

Cuando se cercó al campamento y vio el sarao que tenían montado con el becerro y bailando como posesos… Se puso tan loco que tiró las tablas y las rompió, cogió al becerro y al fuego con él. Hasta que se hizo cenizas, las cuales mezcló con agua y todo el pueblo tuvo que beber de la mezcla.

El pueblo estaba sin freno, y Moisés parecía un dragón echando fuego por todas partes Y clamó: ¡A mí los de Yahvé!. Y todos los hijos de Levi, se reunieron en torno a él.

Entonces habló en nombre de Yahvé, y dijo: Recorred el campamento, y cada uno, mate a su hermano, a su amigo, a su deudo. Perecieron unos tres mil.

En agradecimiento, por haber matado a sus deudos a espadazo limpio los consagró a Yahvé. Y se quedaron tan panchos.

Otra vez para arriba, a ver si estaba satisfecho Yahvé con tanta mortandad. Pero… como era celosísimo, se la tuvo jurada a todos los que participaron, en la fiestuca.

Le dijo Yahvé: coge a este pueblo y vete hacia Canaán, la tierra que he prometido (ya sabéis, a los anteriores), pero… va a ir un ángel por delante para quitarles de en medio a todos los habitantes, que eran varios pueblos. Quería darles esta tierra porque en ella manaba la leche y la miel.

Pero… como eran tan brutos Yahvé no quiso ir entre ellos, porque si se le cruzaban los cables a lo mejor se los cargaba.

Después le dijo que otra vez, subiera a la montaña, con unas tablas de piedra, para escribir lo mismo de antes. Pues recordad, que Moisés en un arranque de ira las había roto.

Moisés quería verle de tú a tú, pero Yahvé le dijo, que nadie podía ver su faz porque moriría; podía verle de espaldas.

Y así se hizo. Y otra vez formalizaron la alianza.

Yahvé se iba a encargar de echar a todos los habitantes de los pueblos, para darles la tierra a los israelitas,

No podían pactar con nadie de esos pueblos. Él era un Dios celoso y no lo permitía, pues los de aquellas tierras adoraban otros dioses, y él no quería ninguna competencia.

Durante el tiempo que estuvo junto a Yahvé, escribió todo lo que Dios le dijo; luego bajó, pero al contacto con la divinidad, su rostro resplandecía por lo que tuvo que cubrir con un velo su rostro.

Cada vez que entraba en la tienda del tabernáculo, se quitaba el velo. Cuando salía, volvía a ponérselo.

Posteriormente Yahvé le dio todas las leyes necesarias para gobernar el pueblo elegido.

Llegaron a la tierra prometida, mandaron un grupo de exploradores, para ver la zona. Estuvieron durante cuarenta días fuera y al regreso, volvieron con enormes frutos, un racimo de uvas que llevaban entre dos hombres, higos… etc.


Pero dijeron que las ciudades estaban amuralladas y los hombres del país eran muy grandes y fuertes .Yahvé, estaba harto de ese pueblo miserable que continuamente estaba quejándose, lamentándose y siempre deseoso de volver a Egipto.

Yahvé quería acabar con todos y hacer de Moisés patriarca de un nuevo pueblo

Pero… nuevamente Moisés intercedió por el pueblo de Israel, aunque todo él fue castigado a morir, los adultos en el desierto donde permanecerían durante cuarenta años.

A los ciento veinte años, Yahvé le hizo subir al monte Nebo. Desde allí pudo ver toda la tierra que Yahvé donaba a su pueblo. Y allí, en aquel mismo lugar, expiró.

Vistas desde el Monte Nebo

La continuación es la conquista a sangre y fuego de unos pequeños principados, en los que estaba dividida la zona.

Lo que sorprende es la dureza mostrada por Yahvé contra los habitantes, verdaderos propietarios de aquella tierra. Estos deben ser muertos, así como sus animales. El oro irá a parar al tesoro de Yahvé. También, deben terminar los israelitas, con todo rastro de vida, incluidos los árboles. Todo… absolutamente todo. Si no es así, el castigo resulta sumamente cruel pues supone la muerte para el infractor.

Esto que os he narrado supone lo más destacable del A.T.. Por supuesto, están todas las leyes, obligaciones, deberes, prohibiciones... que harían interminable este texto y también muy aburrido.


Voy a contaros un par de curiosidades de las costumbres y usos de esta religión.

Hay en EE.UU. una comunidad, muy grande y próspera. También son ortodoxos al extremo. Suelen llevar sus prendas de vestir como en la antigüedad, sus tirabuzones, y las clásicas kipás. Las mujeres, cubren su pelo con una peluca, continuamente. Supongo que esa acción será con el tiempo peligrosa, y el pelo propio se perderá.

Las mujeres judías no pueden realizar estudios reglados sobre su religión. Como en la mayoría de las religiones (he estudiado muchas, pero en todas, hay un claro rechazo hacia la mujer), siempre ha predominado el dominio de la fuerza. Ahora que sabemos que la razón y el dialogo son mucho más importantes. Y con la mente abierta podemos neutralizar ese anatema que llevábamos escrito en nuestro seso, y nuestro sexo.

Como en todas las religiones, la madre es la encargada de enseñar a l@s niñ@s, las primeras oraciones, y rudimentos de la religión.

En este caso, tiene que enseñar a su hijo esta oración: Gracias, Yahvé, por haberme hecho un hombre; y no una mujer o un perro (antes, también agregaban esclavo).

Amig@s... hay que estar obnubilada para aceptar, enseñar, y digerir tanta humillación.

Hay algo que os preguntaréis: ¿Por qué tienen estos señores tanta pasta?

Es muy fácil la contestación: Los préstamos, la usura era su forma de vida.

A los gentiles (que éramos todos menos ellos -gentil es igual que infiel-) les podían cobrar unos intereses tan abusivos, que cuando el préstamo era a reyes, prácticamente el país quedaba en sus manos, hipotecado. ¿Y por qué sucedía esto? Porque los nobles tenían prohibido trabajar, sólo estaban para holgar e ir a la guerra. Y restaurar los castillos, se ponía en un pico. Seguiremos con esto en otro momento,


De la religión Cristiana, por supuesto hay que destacar la figura de Jesús, la cual no está documentada, en ningún otro texto excepto en los Evangelios, tanto canónicos, como apócrifos.

El A.T., es visto como una secuencia de historias, el desarrollo de las vicisitudes de un pueblo desde su formación.

La figura que sobresale y aparece como imprescindible en esta nueva religión es Pablo de Tarso, el cual, por medio de cartas a distintas ciudades y a los grupos que allí se habían forjado, fue conformando el comienzo de una nueva religión. Al principio las reuniones eran más abiertas, y todos podían participar. Con la llegada de Pablo todo cambió, se hizo más estricto el ceremonial y se prohibió a las mujeres que hablasen en público durante la reunión ceremonial.

Parece, por sus expresiones, que Pablo era de una misoginia totalmente anormal.

También aquí me gustaría agregar algo.

La Iglesia como institución, siempre se ha negado a permitir que las personas normales, leyesen la Biblia. Siempre ha recelado, de que los actos en ella descritos, puedan ser mal interpretados. Por lo tanto, únicamente podían hacerlo en puridad, los que habían entrado en religión.

Tenemos que desde que Lutero escribe la Biblia en Alemán, se convierte esta, en el libro de cabecera de todo luterano, después, de los calvinistas… etc.

Lutero

De esa forma hay un desfase cultural muy importante, pues en Centroeuropa desde la niñez, los pequeños eran sumergidos en la cultura. Mientras que en la parte de los Estados que seguían bajo la égida del Papado, solo los poderosos tenían acceso a la formación.

Terminaremos en el próximo. Adiós amig@s.