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domingo, 16 de septiembre de 2012

¿Será verdad?



De nuevo las aguas han comenzado a estar revueltas, y los enfrentamientos políticos y religiosos están tensando la cuerda. Ante los muertos inocentes de las embajadas, por la exhibición de un tráiler sobre una película infame, hecha en EE.UU. no se sabe por quién, si ha sido un judío-americano o un copto, pero los que han puesto la “pasta” pertenecen a esa minoría, que tiene el poder material, los medios de comunicación: el lobby judío. Lo único que hay claro, por ahora, es que los actores, están asustados. Ellos no sabían de qué trataba lo que estaban rodando; de hecho fueron doblados. Supongo que creyeron estar actuando en una producción “pornográfica”.

Todo es muy complicado, y la religión y la política se cogen de la mano.

Pensaréis ¿y qué intenciones, podía tener un judío o varios para producir ahora ese engendro?

Recordad que continuamente, el presidente de Israel, está llamando a la guerra contra Irán. No desean por ningún medio que este país tenga armas atómicas, cuando ellos (el pueblo judío) las tiene en cantidad. Y además es el país por ahora más peligroso que existe.

A raíz de ese “desaguisado” que enfrenta de nuevo a los Estados, escribí varias entradas calentitas. Lo qué sucedió, es que mis chicas, me dijeron que no de esta forma: “No, mamá, que por mucho menos han matado a gente”. Primero pienso que a mí no me conoce nadie, que sólo escribo para mis amigos y como una especie de catarsis, para limpiarme interiormente de aquello que me preocupa. Por eso empecé y por lo mismo continúo. Luego hay otra cosa. Tengo digamos, dos “derivas”, podía decir especialidades, pero eso suena engreído. Digamos que siempre me he volcado, en lo que más me gusta y a la vez me preocupa y llama mi atención: la Mitología y las Religiones comparadas (pero no sé por qué se llama así, de comparar, nada, cada una va por su lado, las bases son diferentes así como los cuerpos de las doctrinas).

Pero… si lo analizáis de un modo laico, veréis que estoy hablando de la misma cosa, o al menos, yo lo percibo igual. Y siguiendo con la oposición de mis muchachas, me acordé de nuestra querida compatriota, la que retocó el “Ecce Homo”, con su buenísima intención y ahora tiene fama mundial, que por cierto, creo que van a poner una copia, de su trabajo en el Guggenheim de EE.UU. Si eso es cierto, alguien tendrá que asesorarla, para que pida dólares, en cantidad. Nuestra querida anciana, lo está pagando con una fuerte depresión. Por lo tanto, uno no sabe cómo puede terminar: si por las “nubes” o descabezada.


Al final de la II G. M. el llamado “arte” se desbocó, pagaban millones y millones de dólares por un váter colgado de una pared, o unos botes de sopa colocados en filas y fotografiado, también una litografía de Marilyn Monroe, repetida, hasta la saciedad con el único variante de las distintas tonalidades en las que estaba impresas. Warhol, fue el "¿pintor-fotógrafo? (no sé cómo se le puede calificar). A los críticos les dio por decir que aquello era arte, y a la gente que amasaba grandes fortunas, pero su gusto no estaba bien educado (no se puede tener todo) pues las exhibía en sus inmensos salones, ante las burlas a escondidas de su invitados.


Ya seguiré, porque tengo muchas dudas, ahora mismo, me preocupa la distorsionante valoración de las leyes en nuestro país.

Hasta pronto amig@s que me aguantáis.


domingo, 9 de septiembre de 2012

El rosal



Querid@s ami@s,

Hace varios meses que no escribo. Estaba dando las finales bocanadas de mi anterior etapa, o recorrido vital. Ya sabéis, muchas vidas vivimos, pero todas están aquí. He comenzado otro tramo con la esperanza puesta  en no dejarme arrastrar por los mismos errores del pasado. Queriéndome yo mucho más para, de ese modo, hacer más felices a los míos.


Ahora voy a contaros una historia que comienza así:

En nombre de la Madre, la que fue y la que es y siempre será, la Creadora, Compasiva y Justiciera. Aquella que los hombres con sus libros sagrados, intentaron ocultar.

Y así Ella me dictó:

En una época remota, en una tierra inclemente, donde los hombres tienen visiones de dioses únicos, vengativos y crueles, donde la gente desea morir para poder vivir.

Allí, en aquel lugar, un hombre tenía un jardín, y en él un rosal. Viajaba tan a menudo que la planta se secaba, y el dueño del jardín,  hartándose estaba ya. No era paciente, no, y entonces decidió, otras plantas adquirir. Compró plantas rastreras, aquellas que mucha agua necesitan y todo lo invaden y lo atoran y lo ahogan y lo secan pues les absorben su savia, pero su olor es un tufo, un olor malsano, que nadie con sensibilidad, puede tenerlo muy cerca. Sitio para el rosal ya no había; éste, cada vez, más agostado vivía. Y un día su amo y señor, junto a otros desechos, a la basura lo arrojó.

Días más tarde, un vecino del lugar, en esa planta se fijó; mirola por delante y por detrás, pensó en las posibilidades y a su casa la llevó. Cortó sus tallos malheridos, sus hojas secas quitó; la plantó cerca, donde a su vista podía siempre estar. La regaba con cuidado, le hablaba con cariño y hasta poesías a veces le recitaba. Cuando la primavera llegó, el rosal estaba en flor, y el olor que despedía toda la calle llenaba.

Mientras, el antiguo amo, inundado de maleza, con su salud maltrecha de tanta agua tener que acarrear, su bolsa vacía, todo gastado en perfume para poder respirar. Huyó de su casa el hombre, no quería más jardín. Por la calle del vecino por casualidad pasó y su nariz percibió un aroma singular. Alzose sobre la verja que ocultaba aquel vergel y, angustiado, reconoció la planta que él un día arrojó sin compasión. Ésta estaba hermosa, grande y vigorosa, llena de nuevos capullos, que prometían estar floreciendo todo el año para deleite de su señor.


Aprendida la lección, el antiguo amo a otras tierras marchó, a nuevos lugares, donde poder olvidar, su antiguo rosal.

Hasta pronto amig@s.




domingo, 8 de abril de 2012

La moda, esa tirana (3ª y última parte)


 Amig@s, en los últimos tiempos, no me sentía atraída por la política interna de nuestro país. Leía los artículos que iba aconsejando uno de nuestros amigos (E) que siempre eran muy interesantes.

Últimamente la situación en España es tan grave, que no he tenido más remedio que meterme de lleno en ella; empaparme y sufrir por todos nosotros. Una persona muy cercana a mí, asegura que lo que vemos sólo es la punta del iceberg, que la realidad, es muchísimo peor.

Llevo unos días repasando la historia del último tercio del siglo XVII, la sociedad y el reinado del último de los Austrias (Carlos II, “el Hechizado”). Hay tanta similitud, en la situación, que podríamos hacer una comparativa y saldría perfecta.

Nuestros políticos, la mayoría, han estudiado Leyes, pero la Historia debería ser algo obligatorio, en realidad para todo el mundo. No se puede, amig@s, gobernar sin estudiar el pasado, pues se dice: El País que no conoce su pasado está obligado a repetirlo (bueno, más o menos es eso, lo que dice la frase, quizá con otras palabras).

Normalmente, con la distancia del tiempo, podemos visualizar las soluciones.

Este tema será la siguiente entrada. Ahora terminaremos con el tema de la moda, que en realidad, corresponde al siglo XVII, en su mayoría.

Nos habíamos quedado, en personas de la nobleza en general (antes no existía la burguesía) pero sí, la alta y baja nobleza. En general eran de cuerpo pequeño, ataviados con prendas de lo más extrañas e incómodas; las pelucas, que en las damas podían doblar su altura, tacones, primero los hombres… Mientras, la suciedad se extendía entre ellos, debido a la poca limpieza y lo complicado de sus prendas y peinados. Y seguimos.


 De pronto aparecen las pecas artificiales, y al poco tiempo todo el mundo (la alta sociedad, se entiende) estaba cubierto de ellas, de diversas clases: estrellitas, lunas crecientes y menguantes; daba igual, sus rostros y cuello, también los senos, estaban cubiertos, de tal forma que más bien daban la impresión de caricaturas, o máscaras cubiertas de insectos.

Al igual que en la moda de las pelucas, aparecieron multitud de nuevas palabras para definir cada modelo, y también tenían componentes políticos, dependiendo de dónde se situasen las pecas. La verdad es que todo en estas sociedades, era muy vano y superficial.

En la Inglaterra del momento, se llegó a utilizar productos tóxicos, en nombre de la belleza. En los ojos, por ejemplo, usaban belladona para dilatar las pupilas y hacer más atractivas las miradas.

Lo quizá más peligroso de todo era la “cesura” también conocida como pintura: una crema compuesta de plomo y yeso. Había una gran cantidad de personas, con señales de viruela en sus rostros; esta crema blanca, se distribuía por sus rostros, como una lechada, en gran cantidad, para servir de relleno a esos antiestéticos  hoyos en la piel.

Las mujeres, que no los tenían, también la usaban, porque sus rostros quedaban tan blancos que parecían seres delicados y fantasmales.


También lo utilizaban en los senos. El problema estaba en que cuando las féminas sonreían, se cuarteaba esa capa. Si permanecía mucho tiempo en el rostro, se volvía gris; y si se usaba a menudo, llegaba el envenenamiento.

Este, digamos maquillaje, afectaba a los ojos y también la dentadura sufría perdidas de piezas dentales.

Hay documentadas varias damas de la sociedad, que murieron antes de los veinte años a consecuencia de la famosa “cesura”, pero aún así se continuó utilizando durante un largo periodo de tiempo.

Los preparados tóxicos a base de arsénico estaba a la orden del día. Daban un aspecto a las damas de fragilidad, y su tez resultaba pálida y blanquecina. Ya os podéis imaginar lo que sucedía. La gran escritora Agatha Christie, en su larguísima creación, usaba el arsénico con profusión.

Los hombres también utilizaban el maquillaje. Por ejemplo, el duque de Orleáns, hermano del rey de Francia. Según la Historia, era un homosexual reconocido. Pero... luchaba en el campo de batalla, como un jabato (algo así como Ricardo Corazón de León, a quien el Papa de la época tuvo que llamarle la atención, para que cumpliese con sus obligaciones y diese un heredero; se casó por mandato, pero... no creo que cumpliese con sus obligaciones matrimoniales y ya me he perdido, otra vez).

El de Orleáns, salía a la batalla, maquillado, empolvado, con pestañas postizas, cubierto de cintas y diamantes. Su única preocupación, era lo que el polvo de la batalla pudiese dañar su tez.

En ese tiempo, esencialmente los hombres usaban zapatos de aguja, de más o menos quince centímetros de altura. Todos cuidaban su rostro de los rayos del sol y las sombrillas eran un artilugio muy utilizado.

Por aquel entonces, unos hombres más moderados, empezaron a introducir otros modelos de vestimenta. Estos varones, fueron llamados “dandis”.

El primero de ellos fue George llamado “el Bello” Brummell”, igualito que el perfume ¿recordáis? No quiero opinar sobre el perfume, pero a mis hombres prefiero regalarles otro diferente (jejejeje cuidadito con lo que pensáis, tengo hijo, hermanos y padre).

No tenía George, nada de especial; ni inteligencia destacada, ni era una persona cultivada, pero eso sí: vestía mejor que nadie.

Pertenecía al ejército. No se le conocen aptitudes para el mando; este señor lo que hacía era lucir el uniforme. En las reuniones informales, pasó a ser el asistente del heredero al trono y terminó siendo su amigo personal.

Durante unos años, el domicilio de George fue el centro de un acontecimiento nuevo en la sociedad inglesa. A media tarde, se reunían un afamado grupo de hombres, con la intención de ver como se vestía. Entre ellos, no solía faltar el heredero, acompañado de duques, marqueses y un sin fin de títulos nobiliarios.


 Lo más sorprendente, era el hecho de que se bañase cada día, en agua caliente y a veces mezclaba leche; dicha costumbre se extendió rápidamente.

Los dandis, eran sobrios en sus gustos sobre los colores; los más utilizados: blanco, beige, y negro azulado. No era lo que portaban, sino el detalle, la minuciosidad, con que trataban cada aspecto de su vestimenta.

Los “dandis”, se vestían una y otra vez, durante el mismo día, cambiando camisas, pantalones, corbatas y calcetines.

Lo más destacable eran los pantalones, tan estrechos, pegados a la piel y sin ropa interior, que resultaban un pelín inquietantes. Esencialmente, cuando eran de color beige, con poca luz parecía mismamente que mostraban su desnudez, a decir de las damas de la época, que quedaban impactadas.

Las chaquetas por detrás llevaban faldones, pero por delante no; quedaba al descubierto la entrepierna, tan, tan ajustada. Buscaban los dandis, ser más atractivos que las damas. Pero, con tanto derroche, en tiempo y cambios de indumentaria, eran, o solían ser, seres asexuales, que no mostraban apetencia por hombres o mujeres. Pienso que era tal el enamoramiento que le producía su propia visión, que les sucedería algo así, como al mitológico “Narciso”.

La caída de George, fue sonada e irreversible. Se enfadó con el príncipe y en una fiesta, el heredero, le ignoró. Brummell, orgulloso, preguntó a una persona de su grupo ¿Quién es ese gordo, amigo tuyo?. Cuando ese lamentable, comentario (en verdad el príncipe, estaba redondo) llegó a oídos del heredero, las puertas de todos los palacios y casas señoriales, se cerraron para él. Tuvo que marcharse, rápidamente a París, donde vivió en la más absoluta pobreza, pero parece que sin descuidar su apariencia.

Y aquí, vemos una enseñanza: los comentarios estúpidos, nos pueden llevar a situaciones impensables.

Hasta pronto mis queridos amig@s.


lunes, 26 de marzo de 2012

Monólogo actualizado de Doña Inés.



¡Ay Don Juan!, ¡Don Juan!
¿Qué hacéis en mis aposentos?
¿Hasta a mi dueña, comprásteis?
¿Con amor?, ¿con dinero? ¿quizá amenazásteis
su vida? ¿o la mía?..

Sabed infame, que cuando mi adorada madre
murió, mi amado padre, en su desesperación,
trató de librarme de los pecados nefandos
de la carne, del orgullo, del deshonor.

Encerrome en este claustro donde sólo
he aprendido, a obedecer, a asentir, a rezar
Y a sufrir, en silencio, eso sí.

Hasta estos altos muros, 
noticias nos han llegado
de vuestra gallardía y prestancia, Don Juan.

También sé que vuestras manos,
manchadas están de sangre carmesí
para aquél que os enfrenta
la muerte, es su destino.

Acariciáis a las damas, como ningún caballero
Aunque ellas no saben, cada rosa, tiene montones
de espinas, que se clavan, en el pecho, en las sienes,
En el alma...

 Habéis de saber don Juan
que vuestra conciencia soy
y nunca os dejaré.

Esta toca que cubre mi desnudez
Es mi toca, y mi toca no se toca.

Y ahora cruel doncel, si a eso
habéis venido,
tomadme, no me negaré

Pero... habéis de saber don Juan,
que desde el último concilio,
no existe el Limbo, ni el Purgatorio
y el Infierno, está aquí.

Generaciones deberéis penar
en este mundo cruel
donde pretendéis ser, la espada
que no se enfunda,
el orgullo del momento,
la vanidad de un loco
y el deseo insatisfecho que sólo
culmina cuando el amor,
es el pago del amor.