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lunes, 26 de marzo de 2012

Monólogo actualizado de Doña Inés.



¡Ay Don Juan!, ¡Don Juan!
¿Qué hacéis en mis aposentos?
¿Hasta a mi dueña, comprásteis?
¿Con amor?, ¿con dinero? ¿quizá amenazásteis
su vida? ¿o la mía?..

Sabed infame, que cuando mi adorada madre
murió, mi amado padre, en su desesperación,
trató de librarme de los pecados nefandos
de la carne, del orgullo, del deshonor.

Encerrome en este claustro donde sólo
he aprendido, a obedecer, a asentir, a rezar
Y a sufrir, en silencio, eso sí.

Hasta estos altos muros, 
noticias nos han llegado
de vuestra gallardía y prestancia, Don Juan.

También sé que vuestras manos,
manchadas están de sangre carmesí
para aquél que os enfrenta
la muerte, es su destino.

Acariciáis a las damas, como ningún caballero
Aunque ellas no saben, cada rosa, tiene montones
de espinas, que se clavan, en el pecho, en las sienes,
En el alma...

 Habéis de saber don Juan
que vuestra conciencia soy
y nunca os dejaré.

Esta toca que cubre mi desnudez
Es mi toca, y mi toca no se toca.

Y ahora cruel doncel, si a eso
habéis venido,
tomadme, no me negaré

Pero... habéis de saber don Juan,
que desde el último concilio,
no existe el Limbo, ni el Purgatorio
y el Infierno, está aquí.

Generaciones deberéis penar
en este mundo cruel
donde pretendéis ser, la espada
que no se enfunda,
el orgullo del momento,
la vanidad de un loco
y el deseo insatisfecho que sólo
culmina cuando el amor,
es el pago del amor.

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