.

.

lunes, 23 de mayo de 2011

Los Templarios


Antes de comenzar a narraros la historia de los Templarios que procuraré no hacérosla  aburrida. Os voy a contar algunas cosas: como tengo que hablar algo sobre la religión, me he estado acordando de cuando dejé de ir a misa y de los motivos. Ya os lo conté en otra entrada, fue porque en un día de invierno se me cayó la camiseta sucia hasta los pies. Pensaba yo, ¿qué me impide avanzar? Y cuando miré era la camiseta interior que ya estaba por los suelos. Creo que pasé varios días en la cama queriéndome morir, hasta que mi madre se puso seria y me dijo algo así como ¿quieres dejar de hacer el tonto?

La verdad es que era muy presumida, parecía que me había tragado un palo de tan tiesa como andaba. Usaba vestidos de mucho vuelo, bonitos y sujetos a la cintura con un cinturón, que yo apretaba mucho y se me quedaba una cinturita de avispa. Tanto apretaba que se me cayó el estómago, no sé como pudo pasar eso pero sucedió y tuve que ponerme una especie de balón de rugby en pequeño debajo del estomago, ya puesto se inflaba al máximo para subir el estómago de nuevo, los vestidos los llevaba sueltos y si hacía aire, parecía que estaba embarazada ¡¡qué vergüenza pasé por ser tan tontaina!!.

Nos formaban con muchos libros instructivos. Los preferidos eran los de santos varones de la Iglesia. Hay una historia que siempre recuerdo: Un santo fue invitado a comer en un pueblo, pero quien tenía que darle de comer no poseía nada decente para agasajar a una persona tan buena y famosa. La mujer había dado a luz hacía unos días. Ni cortos ni perezosos, los esposos cortaron al bebé en pedazos y se lo sirvieron al santo varón, el cual sólo hacía alabar el guiso, cuanto más lo hacia la mujer más lagrimas derramaba; por fin el santo se enteró de que se estaba comiendo al niño recién nacido. Pero... como era un santo, reunió los trozos y le dio vida de nuevo. Ese era un libro formativo, recomendado por la Iglesia. Por eso algunas noches...¡¡¡tenía unas pesadillas!!!


 Luego leí otro, ese ya era un tocho, que me afectó tanto que soñaba con ingresar en un convento; era la historia de Bernardo de Claraval, si no recuerdo mal se llamaba “La familia que alcanzó a Cristo”. San Bernardo ingresó en la orden del Cister a los 23 años, cuando muere su madre. Le acompañaban cuatro hermanos, un tío y algunos amigos. Más o menos se llevó con él a treinta personas (tenía una boquita para convencer, asombrosa). A quien le costó más trabajo llevarse fue a su hermano mayor; era el heredero de la propiedad, estaba casado y tenía dos hijas. Además la esposa no quería separarse de su marido. Pues... se puso muy enferma, se dio cuenta que las cosas se ponían feas, que si continuaba negándose la iba a palmar, y entonces dio su consentimiento, ella se fue al monasterio de Jully con sus dos hijas; allí la nombraron abadesa.

Después se unieron a este grupo el padre de Bernardo y su hijo pequeño, del cual esperaban que no entrase en religión para heredar la hacienda del padre; el chico dijo: ¿Cómo sois tan egoístas? ¿para vosotros elegís el Cielo y a mi me queréis dejar con la Tierra?

Bernardo escribió los estatutos de los Templarios y organizó la Segunda Cruzada que fue un fiasco, y se puso enfermo del disgusto.

También estaba enfrentado con el famoso Pedro Abelardo (el de la historia de Abelardo y Eloísa), al que castraron, pero eso ya es otra entrada.

Bernardo despreciaba la ciencia terrena. Sólo para él era importante la ciencia divina y Abelardo era un humanista al que le gustaba saber el porqué de las cosas.

¡¡Qué bonito era este libro!!! Sobre todo cuando la esposa, Isabel, se negaba a dejar a su marido. Creo que lo leí varias veces, primero porque me encantó y segundo porque había que comprar los libros y como no eran de estudio, pues...


Hay algo que se me olvidó deciros sobre la entrada anterior; se trata de los saludos: El saludo de Adolf Hitler, era el utilizado por movimientos de carácter fascista. Una variante del saludo romano. Fue del Partido Nazi, de Falange Española y de las JONS, del Nacional Fascista de Benito Mussolini etc.

Churchill, estaba muy preocupado, necesitaba un símbolo poderoso para enfrentar al de Hitler. El famoso ocultista Aleister Growley propuso el saludo en “V”, para contrarrestar el Nazi, era un arma de poder, contra el Tercer Reich en la 2ª G.M., como podéis ver la guerra más destructiva de nuestra historia, fue el enfrentamiento de dos conceptos distintos del poder, y la lucha fue en todos los frentes.



Y ahora sí, ya empiezo con los Templarios.

La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, conocida como Caballeros Templarios o la Orden del Temple, fue una de las más famosas importantes órdenes militares cristianas. Fundada en 1119 después de la Segunda Cruzada, por nueve caballeros franceses lideraros por Hugo de Payens. El sello de los Caballeros Templarios, es la imagen de dos caballeros subidos a un caballo, símbolo éste de su inicial pobreza.


Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista.

La Segunda Cruzada, la organizó Bernardo de Claraval, se dedicó a ir por Europa enardeciendo a las gentes para que fuesen a luchar a Tierra Santa. Esta fue un fiasco y, a san Bernardo le costó una enfermedad, de la que le costó mucho recuperarse.

Las Cruzadas, tenían un componente religioso y otro económico. La religión era el componente existencial de la vida de aquellas personas. Las enfermedades muchas, el índice de natalidad alto, sobre todo, en las élites, la mujer se desposaba muy joven e inmediatamente se quedaba embarazada y pasada la cuarentena, dejaba de amamantar al lactante, para de nuevo quedarse grávida. Los embarazos tan seguidos y las costumbres tan poco higiénicas de la sociedad, llevaban a muchas muertes entre las parturientas y los recién nacidos.


 En el vulgo, las niñas se casaban un poco más tarde. También amamantaban a sus hijos ellas mismas durante varios años. La mortalidad era menor, el problema se presentaba cuando las madres empezaban a darles a los niños comida sólida; ahí la muerte tenía un campo muy grande. De hecho a los niños no los solían poner ningún nombre hasta pasados varios años.

La sociedad se dividía en tres estamentos: los nobles, el clero y los campesinos que eran los encargados de alimentar a los otros dos estamentos.

Los nobles, se basaban en las antiguas leyes romanas. El hijo mayor heredaba prácticamente todos los bienes patrimoniales de la familia. El segundo estaba destinado desde el vientre de su madre al clero. Si en la familia había más hombres y como las costumbres eran tan primitivas, se unían grupos de jóvenes, que iban por las aldeas asaltándolas, robando a los campesinos y violando a cualquier mujer que se encontraba en su camino.

Las hijas de los nobles, si éstos tenían suficientes caudales, las casaban prácticamente, sin saber aún el sexo del bebé. Si el patrimonio era escaso, al convento. Ese era su destino.

Los religiosos querían hacerse con los Santos Lugares y para ello utilizaban las mismas frases que ahora usan los extremistas religiosos. Perdón de todos los pecados, iban al cielo directamente, enemigo muerto equivalía a contentar a Dios, etc.

Los estados se dieron cuenta que esos jóvenes que andaban en grupos armados estarían mejor lejos ocupados en luchar contra los infieles y estos hombres se dieron cuenta de que así podrían tener poder, tierras, gloria.

Y eso fueron las Cruzadas; satisfacer al clero, y tener ocupados a los nobles segundones.

Continuaré en la próxima entrada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario