.

.

sábado, 28 de agosto de 2010

La Comuna III



Hola amig@s

Hoy os escribo bajo una depresión. Mis pensamientos no son muy agradables, y me parece difícil que pueda conduciros a la risa, o a la sonrisa, como siempre es mi intención.

Mi deseo es hacer que vosotros y yo misma, pasemos un rato agradable. Me temo que ese día no es hoy.

Quiero dar un consejo a los que habéis sido padres o lo seréis pronto:

Los niños tienen muchos impulsos primitivos, que deben ser conducidos con mucho cuidado, hacia las normas que nuestra sociedad, imperfecta, ha creado para que nuestro grupo social, sea más homogéneo. La violencia, es uno de esos impulsos negativos que predominan en la psiquis del individuo.


En las relaciones, padre e hijo debe haber amor, nunca miedo. Cuando uno de nuestros pequeños, se ha peleado o ha agredido a un compañero o amigo, debe ser corregido, pero… sin emplear la violencia, ni con palabras, ni con hechos. Cuando un pequeño es corregido con violencia sufre una disfunción. Su cerebro, en formación, no puede admitir dos cosas totalmente opuestas. Por un lado, tratáis de que el no emplee la violencia, pero por otro, vosotros, estáis empleando esa violencia contra él.

A raíz de la muerte de José Saramago, quise releer algunas de sus obras. Traje de la biblioteca un par de ellas: Ensayo sobre la ceguera y El evangelio según Jesucristo. Ambos libros ya los había leído con anterioridad. Pero no recordaba una frase que encontré como un tesoro. Dijo María de Magdala (La Magdalena), que en la obra aparece como compañera de Jesús, y hermana de Lázaro, “que no debía permitir que un hombre se preparara para la muerte dos veces”. (En el evangelio según San Juan, aparece la resurrección de Lázaro, y la unión de amistad que existía entre Lázaro y sus hermanas Marta y María que Vivian en Betania. En el evangelio, no da a entender que María fuese La Magdalena, cosa que Saramago da por echa. Y por eso en esta obra Jesús no resucita a Lázaro.

Esta frase me hizo recordar un libro de mi poeta y escritor preferido, Khalil Gibran. La obra escrita por este autor, no es muy extensa, pero cada uno de sus libros, puede considerarse una pequeña joya. El libro más controvertido de Gibran es “Espíritus Rebeldes”; en el mismo volumen aparecen Lázaro y su amada. Es una obra poética que narra en un esquema de dramatismo la vida de Lázaro y su amada que le estaba esperando desde antes de la Eternidad, y su perfecta unión en un solo ser. Narra la desesperación en la que vive a partir de las palabras de Jesús, conminándole a salir del sepulcro y volver a la vida. Dicho libro fue quemado en una plaza de Beirut, y su autor, excomulgado y desterrado. En la primera obra hace una denuncia continuada sobre la opresión que el alto clero católico-maronita, ejercía sobre los campesinos pobres.
Cuenta también en su producción con la obra llamada “El Profeta” que es un compendio de consejos morales, que me gustaría que todos mis amigos leyesen, por su profundidad y la forma tan sencilla como está escrita para su comprensión, a cualquier nivel cultural que nos encontremos.

Hay un tema que me gustaría tratar con mis amig@s: Se trata de las hormonas sexuales. Todos sabéis que los ovarios, fabrican y segregan estrógenos y gestágenos. El estrógeno más importante que produce y sintetiza el ovario es el llamado estadil.
En el varón, los testículos, producen andrógenos, siendo la testosterona el andrógeno más potente. Sabéis que dichas hormonas, afectan a la sexualidad, al comportamiento, conllevan una carga de violencia, en resumen dichas hormonas nos tienen dominados.

Vale, yo lo entiendo pero no lo comprendo, y hablé de este tema con la princesita, que de medicina, sabe un montón. En mi interior siento que mis hormonas son en parte femeninas y otra parte masculinas. Intentamos llegar a un acuerdo, decidimos que lo más deseable sería, que los varones tuviesen un 75% de hormonas masculinas y las chicas, un 75% de hormonas femeninas y el resto serían del sexo opuesto. Me imagino un homo 100% de testosterona y aparece en mi mente un Neandertal. Me gustan los homos suavecitos, doraditos por el sol; si tienen vello, que sea poquito, que no parezca que tienen la piel de una oveja sobre sus hombros. Y con sensibilidad, cariñosos, besucones, amables, que escuchen y sepan hablar, que su tiempo no lo pasen viendo la tele. Tienen que ser cultos, pero que no te lo estén restregando por la nariz. Tambien me gusta que lloren, no todos los días, pero unas lagrimillas de vez en cuando, desahogan mucho. Y querid@s es que nuestros varones, han sido muy mal educados, los sentimientos, no los tienen a flor de piel. Van a un partido de futbol, y los ves llorar a moco tendido, pero esos mismos, se muere su madre, y es como si nada, permanecen inmutables.

¿Y las jovenzuelas? La que escribe, está atravesando una segunda juventud, y los estrógenos me salen hasta por las orejas. Cuando veo acercarse a un homo cachas, comienzo a calcular sus proporciones, si son correctas (eso es lo malo de vivir para el arte y por el arte) luego miro su rostro y si se ajusta a mi canon estético. El cuerpo, sin yo desearlo, comienza a cimbrearse, me pongo colorada pero es inevitable. Por la tarde voy a la consulta de mi médica y le digo: recétame unas cuantas cajas de testosterona, que esto es vergonzoso, me mira, me mira raro, escribe una receta y me la da. No sé que es lo que tomo, pero durante un tiempo, estoy peleona y quiero atacar a alguien.

Para finalizar esta entrada quiero, desearía, me gustaría que leyeseis otro libro. Se atiene a los hechos reales, hay misterio, amor, lujuria, bestialismo, casi, casi como la vida misma.

Su título es: Memorias de Adriano. Su autora, una de las grandes mujeres de la literatura francesa: Marguerite Yourcenar.



Hasta pronto amig@s

No hay comentarios:

Publicar un comentario