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sábado, 31 de diciembre de 2011

Historia de Usos y Costumbres.


Desde el comienzo de la Historia, que los estudiosos de esta ciencia fijan en la aparición de textos escritos, se ha dado prioridad a los hechos trascendentales que han supuesto la formación o transformación de las sociedades (guerras, significar batallas, biografías de reyes o dinastías, política, la geografía de los lugares donde los hechos han acontecido). Esto era la historia a grandes rasgos.

A comienzos del siglo XX, comenzaron los estudios en profundidad de multitud de historias diferentes, que relacionaban todos los actos humanos entre sí. Surgió la Historia Económica, la Historia de las Religiones, sus comparativas, y entre ellas encontramos la de Usos y Costumbres.

Esta última engrosa desde la pura ciencia que encontramos en la narración de inventos  y descubrimientos que han ayudado a las sociedades a avanzar en su desarrollo y también a cosas curiosas de las rutinas diarias que conforman el pensamiento, la aptitud, el comportamiento de la sociedad, dependiendo de las épocas estudiadas.

Como lo que pretendo no es un tratado de Historia, sino llegar a la sonrisa general, os narraré usos u costumbres de la sociedad inglesa que ha sido la más estudiada por los especialistas en estos temas.

El dormitorio tiene connotaciones especiales; allí muchas personas nacieron, disfrutaron (o no) y murieron. Es el lugar más íntimo, donde, normalmente, encontramos la soledad que a veces deseamos.

Dentro de él la cama es el mueble más importante, y de ella hablaremos:

Hacia finales del siglo XIX, en la época victoriana, el miedo hacia el contagio y mezcolanza de impurezas personales, llegó a su cima. Los matrimonios (aconsejados por sus doctores) debían dormir en camas separadas, por un lado para que un roce fortuito no supusiese la vergüenza de una alteración emocional; por otro, las sustancias que emanaban de los cuerpos en descanso eran altamente venenosas, según explicaban las autoridades médicas.

Lo cierto es que los colchones estaban compuestos por las cosas más insospechadas, desde plumón que se lograba criando gansos en las casas, hasta serrín o paja, considerados estos y algunos más como los más cómodos, podían ser trapos viejos, virutas, algas. Todos ellos eran nidos de chinches, pulgas, y también solían  hacer sus nidos las ratas o ratones. Por lo tanto, el hecho de dormir, no representaba una actividad relajante, más bien era un terror ineludible.

La cama era el bien más preciado de una familia con posibles. La mejor se situaba en el salón; estaba destinada a los invitados, o para que las visitas apreciasen la posición del anfitrión; también solían abrir las ventanas para que la gente que caminaba por la calle la viesen.

El conflicto de las camas en época victoriana era peliagudo, porque estaba relacionado con la sexualidad. Dentro del matrimonio, esta actividad era necesaria de vez en cuando. A la mujer le era permitido participar en intimidades físicas, siempre y cuando se hiciera sin ningún deseo sexual.

Para evitar la excitación, se aconsejaba a las mujeres tomar el aire fresco; tenían que evitar pasatiempos estimulantes como: leer, jugar a las cartas y sencillamente que utilizasen el cerebro sólo para lo estrictamente necesario. El desarrollar la mente femenina era una pérdida de tiempo; también resultaba nocivo para su frágil salud.

La pauta general era la formación adecuada para ser útil al esposo. Pasar de ese tope era algo incongruente e insano.

Para los hombres el desafío más importante estribaba en no derramar una gota de esperma, fuera de los vínculos sagrados del matrimonio, y tampoco muchas dentro de esos vínculos, si podían evitarlo.

Era creencia médica que el líquido seminal, retenido dentro del cuerpo, enriquecía  la sangre y tonificaba el cerebro.

Aún dentro de los límites matrimoniales, las relaciones sexuales debían ser escasas, menos de una vez al mes; de otra forma, el esperma se sometía a una gran degradación y la descendencia nacería con taras físicas o mentales.

La masturbación era impensable: suponía un acto autodestructivo; la sabiduría médica de la época le culpaba de todas las enfermedades, conocidas o por descubrir. En ellas se incluían la locura y muerte prematura.
Los artículos científicos, trataban al sujeto que la practicaba como una pobre criatura,  pálida y miserable que se arrastraba por la madre tierra.

En uno de los ejemplos, un doctor describía así a un paciente: babeando, continuamente de su nariz, caía sangre aguada y… sin notarlo defecaba en la cama.

Además, esa maligna adicción se transmitía automáticamente a su descendencia, la cual estaba abocada a la locura.

Por otro lado, los estudiosos del comportamiento femenino ¿¿¿¿¿¿?????? Afirmaban que la mayoría de las mujeres no estaban interesadas en ningún tipo de actividad sexual.

La ciencia, en este caso, quiso ayudar a los débiles hombres que habían caído en ese terrible vicio.

Desarrollaron un anillo con púas para el pene, que se ponía cuando el individuo iba a dormir, o en cualquier momento que fuese necesario. Estaba dicho anillo recubierto con púas metálicas que se clavaban en el pene si este aumentaba de tamaño.

Otros inventos se basaban en corrientes eléctricas, que despertaban con una horrorosa sacudida al pobre que durante la noche y sin ser consciente tenía alguna actividad indecorosa.

La época no estaba precisamente para lanzar cohetes, respecto a unas relaciones sexuales satisfactorias.

Cuentan que el famoso crítico de Arte John Ruskin, en 1848 se casó con una muchacha de diecinueve años, pero el matrimonio nunca se consumó.

Según la esposa, Ruskin, al verla desnuda, sintió repugnancia hacia su persona. El crítico se había imaginado el cuerpo de una mujer de forma diferente y al ver el vello  púbico, salió por pies.

Euphemia, que así se llamaba la mujer deseosa de no continuar de esa forma, o quizá deseosa de continuar pero no con esa persona, pidió la nulidad del matrimonio y las peculiaridades de este se hicieron públicas. 

Pero Ruskin continuó con sus gazmoñerías: a la muerte del gran William Turner en 1.851, recibió el encargo de examinar las obras que el gran pintor había donado al país; descubrió varias acuarelas de naturaleza levemente erótica. Horrorizado, Ruskin decidió que aquellas obras sólo podían haber sido realizadas bajo ciertas condiciones de locura, y las destruyó en su mayoría por el bien de la nación, robándole a la posteridad unas maravillosas obras de arte de un valor incalculable.


Hasta pronto amig@s. Feliz Año Nuevo.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Sati

La sociedad hindú se rige por castas. Es un sistema hereditario de estratificación social; lleva en vigor más o menos 2.500 años, formando grupos endogámicos.

Los cuatro grupos básicos se denominaron “varnas” (colores) o grados. La parte norte del país, estaba habitada por arios (se supone que eran grupos procedentes del sur europeo, su piel era más blanca). En la India el color de la epidermis era y es muy importante.

Según los brahmanis (sacerdotes del hinduismo), los seres humanos fueron creados de las diferentes partes de una divinidad, Brahma. Dependiendo de eso, las cuatro castas más importantes (dentro de ellas existen subgrupos) definen su estatus social, con quién pueden casarse, y qué trabajo realizar.

Las “Leyes de Manu” (texto religioso) dictaminan que este orden es sagrado, y nadie puede aspirar a pasar a otra casta en el trascurso de su vida. Dependiendo del Karma (camino) de ese ser, se puede avanzar o ir retrocediendo en las siguientes reencarnaciones. Por eso son tan pasivos, solamente se alteran por cuestiones religiosas.

Aunque los legisladores sociales tratan de abolirlo, el sistema de casta está firmemente arraigado en la sociedad india.

Según los brahmani, esta es su división:

Los brahmanes (sacerdotes, académicos, maestros) son la clase más alta y salieron de la boca de Brahma.

Los chatrias (clase política-militar) salieron de los hombros de Brama.

Los vaishias (comerciantes-artesanos) de la cadera.

Los shudrás (siervos y los obreros ) de los pies.

Los dalit, son los intocables, una clase tan baja que se considera fuera de los varnas. Recogen los excrementos humanos con las manos, no pueden beber del mismo sitio que las otras castas, ni siquiera que su sombra cubra el cuerpo de otro perteneciente a cualquier casta. Por ese motivo, las religiones que lograron introducirse en la India, en ese grupo tuvieron una gran aceptación: no todos los “dalit” querían vivir de esa forma para siempre, ellos y sus hijos y nietos, etc.


En la India, nacer mujer es una gran tragedia; las leyes no se corresponden con las realidades. Cuanto más religioso es un país, más atrasado se encuentra en leyes paritarias.

Los padres, han de pagar una gran suma de dinero como dote por la boda de sus hijas; cuanto mayor es la chica, mayor será la cantidad.Por ese motivo, entre otros, las suelen casar desde que son niñas. Estas pequeñas pasan a vivir en el hogar de sus suegros, siendo maltratadas, en la mayoría de los casos. La relación con su familia, suele ser inexistente. Es probable que nunca ya se vuelvan a ver.

Por ese y otros motivos, cuando hay un embarazo suelen hacerse una ecografía y si el feto es niña, abortan.

Hay que darse cuenta que el 90% de la población, vive en zonas muy atrasadas, donde perviven todas las costumbres ancestrales.

En 1.856, bajo el protectorado inglés, nuevas leyes se adoptaron en la India. Desde tiempo inmemorial, las mujeres tenían que suicidarse cuando moría el marido. Era un deber religioso. El hombre no debía morir y si lo hacía, siempre que fuese después de su esposa era correcto, pero no antes.

Normalmente era incinerado, en una pira. La mujer se sentaba a su lado y encendía la pira.

Cuando el hombre era muy anciano y se había casado recientemente, su mujer solía ser una niña, quizá ni siquiera se había consumado la unión. Cuando la mujer se negaba a morir, hombres armados con palos se situaban alrededor de la hoguera, para evitar que pudiera escapar de las llamas. Otras veces las drogaban o las envenenaban. El caso era librarse de ellas.

Cuando en otros lugares diferente, las costumbres eran enterramiento, ponían atada a la mujer junto al cadáver de su esposo y los enterraban juntos.

Los libros sagrados hindús, tratan muy mal a las viudas; son seres marcados, que con su comportamiento han propiciado la muerte del hombre. Si no morían con su esposo, no podían vivir en sociedad, su pelo era rapado, una mancha de ceniza ponían en su frente, el sari que las cubriese sería siempre blanco, de algodón, sin costuras, sin coser.

Se quedaba viviendo con la familia del muerto, aunque hubiese sido rico, o riquísimo ella no heredaba nada. No podía bendecir a ningún hombre, su sola presencia ya era un mal augurio, ellas sólo portaban la maldad de sus acciones. La suegra la trataba como una esclava, y era tomada, sin su consentimiento, por cualquier hombre o muchacho de la familia.

Posteriormente a las leyes propiciadas por los ingleses, se habilitó una especie de ciudad, para que en ella vivieran estas mujeres. Vindraban es su nombre. Se calcula que allí viven alrededor de 200.000 mujeres, que no tienen nada, que viven sólo con lo puesto.


Allí van ellas, cuando ya no pueden soportar la terrible humillación diaria. También las suelen abandonar los familiares del difunto, llevándolas engañadas como si fuesen a una peregrinación religiosa.

Tenéis que saber que el 8% de las niñas de 10 a 14 años están casadas; el 50% de 15 a 19 también; si pasan de esa edad, son francamente viejas para los gustos locales.

Hay un hecho muy curioso: la mayoría de estas mujeres que viven en la ciudad, son analfabetas, y pertenecen a los brahmanes y a los chatrias. Los primeros para acatar los libros sagrados y poner a las mujeres en el lugar que les corresponden; los segundos para no repartir la herencia que actualmente por ley las corresponde.

Son mujeres, para las que su religión es lo básico en su vida, no están con pena ni sufrimiento (al menos eso dicen), se acogen a su Karma, y quizá en otra vida, puedan ser hombres.

Pero... los hombres dicen que los dioses nunca les castigarán renaciendo mujeres. Qué gran dilema, ¿verdad?

Dentro de esas costumbres, podemos ver bodas de niñas con perros o con serpientes, y visitar el templo de los monos en Jaipur (India) donde conviven más de 500 primates.

Nos volveremos a ver con “mujeres jirafas”. 


sábado, 3 de diciembre de 2011

Karma

Hombres solitarios, misóginos, que despreciaban el contacto con mujeres, fueron los que forjaron a los dioses. Los hicieron a su imagen y semejanza, despreciando a sus iguales las mujeres, y... negándolas todo derecho.

En un primer momento, existía el predominio de las diosas, y las sociedades eran más paritarias, más igualdad existía entre sus componentes; después, se impuso el poder patriarcal.

Y a su vez, llegaron los dioses masculinos; la mujer perdió todos sus derechos, únicamente, le quedaron obligaciones.
 
Las sociedades las habían puesto en un lugar despreciable y ellos, lo único que hicieron, fue aumentar esa desigualdad hasta que estas quedaron reducidas al mismo valor que cualquier otro animal.

 ¡Cero, cero valor! que se podía vender, cambiar, matar, enterrar vivas, y que cuando enviudaban era por su maldad: cuanto más joven la mujer enviudaba, más maldad había en ella y más grande era su culpa. Su deber era morir junto a su esposo.



La religión hinduista no tuvo un fundador, no fue una religión revelada. Es una suma de creencias religiosas, cultos, costumbres, rituales, que conforman una tradición; no existen órdenes sacerdotales, que establezcan un dogma único. Tampoco hay una organización central.


Es un conglomerado de creencias procedentes de pueblos de diferentes regiones, junto con las que trajeron los arios que se establecieron en la cuenca del río Ganges y, que fueron escritas al modo de revelaciones en los libros sagrados hinduistas.

Los hinduistas llaman a aquella tradición “religión eterna” porque creen que no tiene principio, ni tendrá fin. Ha existido, durante 5.000 años. Consideran los hindúes que es la religión más antigua del mundo, con unos 800 millones de fieles.

Brahma
Brahma, considerado el dios creador, junto con Vishnú y Shiva conforman “el Trimurti”, las tres deidades más importantes del Panteón hindú.

Es un mundo tan alejado del nuestro, que todos desearíamos conocer pero muy pocos quedarse allí a vivir; es una civilización que no podemos comprender, por mucho que lo intentemos.

La mayoría de las religiones, exceptuando la Judía, Cristiana y Musulmana, creen en la reencarnación. Según la religión hindú depende del Karma: en las vidas anteriores, los hechos buenos y malos que hemos realizado, durante las anteriores encarnaciones, repercuten en como será la siguiente reencarnación; si el peso es negativo, nuestra futura vida, puede ser la de un animal, un árbol, cualquier cosa, o si ha sido perfecta podríamos unirnos a Brahmna en su espiritualidad.

Al poderse reencarnar en cualquier cosa con vida, tienen costumbres diferentes a las nuestras y muy complejas.

Existe un templo en la ciudad india Deshnoke (estado de Rajastán) llamado templo de Karni Mata. En él conviven más de 20.000 ratas, las cuales son veneradas, reverenciadas, alimentadas y todo el templo está adaptado a estos roedores. Si alguna persona mata, queriendo o accidentalmente, a una tiene que entregar una réplica en oro o plata del animalito difunto.

Lo que sucede es que los hindúes creen que las ratas son las reencarnaciones de una líder de un pueblo y sus seguidores. Ella, con el dios de la muerte había hecho un pacto: si su hijo que acababa de morir era devuelto a la vida, ella y su pueblo, en las siguientes reencarnaciones lo harían como ratas.

En el siglo IV d. C. Mal-la Naga Vatsiasiana escribió como un texto religioso dirigido al pueblo, el más famoso y universal de los manuales de sexualidad.

Amigos, esta entrada sé que os va a resultar aburrida, pero es imprescindible para saber dónde nos situamos. La siguiente será muy amena, os lo prometo.